“El mundo digital es una extensión de nosotros”

El mundo digital es una extensión de nosotros
Ernesto Ríos fusiona la virtualidad con la naturaleza para mostrar las reglas que nos gobiernan
▲ Ernesto Ríos elabora cerámica de alta temperatura, pinturas y videoinstalaciones enfocadas en tres conceptos: codificación, transformación y percepción.Foto cortesía del artista
Omar González Morales
Periódico La JornadaJueves 7 de agosto de 2025, p. 5
Un diálogo entre los sistemas, los símbolos, la identidad humana, la poesía y el arte son el centro de la muestra Códigos, del artista Ernesto Ríos (Morelos, 1978), que se exhibe en la galería central del Centro de las Artes de San Luis Potosí.
Estudié primero artes visuales en el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y después letras hispánicas; ahí fue cuando se abrió una beca para estudiar una maestría en el extranjero y me trasladé a Nueva York, donde me acerqué a la programación y de ahí surgió la inspiración de este proyecto
, comentó el creador.
Códigos cruza imágenes de figuras virtuales con otras de la naturaleza, ambas se regulan con normas sistemáticas bajo las cuales están encabezados ciertos elementos. Los patrones, secuencias y formas que unen la biología con el entorno digital se manifiestan en lenguajes de arte, ciencia y memoria.
Es algo innovador porque, a pesar de que la convivencia con las computadores tiene muchos años, hay cosas que siguen cambiando y que se insertan en el mundo artístico. Trabajar con esas nuevas herramientas me llevó a reflexionar que ya hemos elaborado un complejo ecosistema digital que es una extensión de nuestra vida
, dijo el artista.
La exposición consta de 33 piezas, entre las que hay cerámicas de alta temperatura, pinturas y videoinstalaciones, enfocadas en tres conceptos: codificación, transformación y percepción, cuyos códigos, reglas que mueven su universo curatorial, vinculan a los seres vivos con contextos digitales y evolutivos. Estas obras, junto con otros trabajos del artista, se pueden ver en su página web ernestorios.net
“Para mí fue un gran reto porque no tenía conocimientos de programador. Soy artista con técnicas tradicionales, pero el cambio fue muy enriquecedor porque es entrar en contacto con otras disciplinas y universos. Aprendí otra forma de producir mis piezas y eso me puso otros horizontes.
Quise mostrar que las reglas que nos gobiernan, tanto en el mundo material como en el digital, no tienen por qué ser frías ni distantes, todo está relacionado entre sí: nosotros con los otros seres vivos, con la materia y el espacio. El universo digital no es muy diferente, es una extensión de nosotros, que cambia y se modifica aún más rápido, pero nuestra presencia persiste ahí
, señaló.
En sus pinturas, Ernesto Ríos busca jugar con los espacios. Incluso en la distribución de las piezas emuló la sensación de estar frente a varias pantallas. Creo que las vivencias que vamos experimentando son como una extensión de nuestro espíritu. Así como un lápiz gastado o un pincel, la computadora es otra parte que representa una extensión de nuestro cuerpo
.
Su trabajo cerámico fue realizado mediante la técnica raku, de origen japonés, que permite sacar materiales de gran reflejo similar al metálico. “Quería que el público reflexione acerca del cambio que también tiene el barro y cómo lo hemos vuelto una versión metálica. Creo que el barro es como un gran maestro que nos une con nuestro origen. Específicamente, con la cerámica, venimos de la tierra, la transformamos y ahora nuestro entorno es de metal.
“En algunos cuadros, como en el de Wuhan Code, interpreté parte de la frecuencia genómica del coronavirus y lo mezclé con la codificación de virus digitales que han causado grandes estragos. Es una forma en la que hemos creado estos ecosistemas digitales, damos ritmos, cadencias y espacios. Nuestro lenguaje como especie se puede ver en lo digital.
Quiero que el espectador también analice su lugar en este momento, ¿qué cosas hacemos durante esta transición de nuestra especie? Esta muestra me ha ayudado a reconectarme con mi humanidad. Considero que tenemos que regresar a esta visión de que no somos países, somos una sola especie y que en estos tiempos de guerra en la que atentamos contra nuestra propia existencia podemos reflexionar de nuestro regreso a la Tierra, y que formamos parte de ella
, concluyó el artista.
Novela entrelaza la tradición mágico-religiosa con los trastornos mentales
Eirinet Gómez
Periódico La JornadaJueves 7 de agosto de 2025, p. 5
Escribir es un trabajo peligroso emocionalmente, sobre todo cuando construyes una historia con personajes desesperados, desamparados, al borde de la locura
, apuntó Berenice Andrade Medina, autora de Nadie recuerda su propia muerte, novela ganadora del premio Mauricio Achar Random House 2024.
En entrevista con La Jornada, explicó que el mayor reto de esta obra fue manejar la carga simbólica y los elementos biográficos que surgieron durante el proceso creativo. Aunque no es una obra autobiográfica, como ocurre con muchas primeras novelas, viene de un lugar muy personal, donde hay que escarbar en las propias emociones y atreverse a plasmarlas
.
Recordó que alguna vez tomó un taller con el escritor Martín Solares –autor de Los minutos negros–, quien le dijo: Hay que atreverse a matar a la propia madre
. Yo me lo tomé muy en serio, y aunque mi madre y mi familia están vivos, las de Gregoria, no
.
Con humor negro, Nadie recuerda su propia muerte entrelaza la tradición mágico-religiosa del Istmo de Tehuantepec con la experiencia contemporánea de los trastornos mentales. En ella se explora la historia de una familia marcada por el duelo, la enfermedad y las herencias invisibles.
Es la historia de Gregoria, cuya familia casi entera ha muerto, aparentemente por una maldición, y ella comienza a sentirse perseguida por esa misma fuerza. Impulsada por la duda, intenta confiar en la siquiatra, que le dice que todo puede tratarse con medicamentos
, explicó Andrade Medina.
Pero sus creencias, el miedo y su orfandad la llevan de vuelta al pueblo donde viven sus abuelos para buscar respuestas. Hay una disonancia cognitiva: no saber si creerle a la ciencia o a sus creencias arraigadas
, agregó.
La región del Istmo, y en particular Reforma de Pineda, Oaxaca –de donde es originaria la familia materna de la autora– tuvo un papel clave en el universo narrativo. “Viví un año ahí durante la infancia. Era parte de mi cotidianidad observar a mi abuela con huipil y trenzas, escuchar sones en las fiestas, convivir con las tradiciones locales. Todo eso se metió muy profundo en mi inconsciente.
“Fue algo natural escribir desde ahí. Me fue sencillo retomar rasgos, lenguajes, oralidad…, y combinarlo con figuras fantásticas.”
La novela alterna entre dos voces narrativas. Usé la primera persona para transmitir la sensación de encierro emocional de la protagonista; quería que el lector sintiera lo que pasa dentro de su cuerpo y su mente. En cambio, la tercera persona me permitió contar la historia familiar que la antecede y que la llevó al punto desde donde arranca la novela
.
La autora consideró que el proceso para dar vida a Nadie Recuerda su propia muerte estuvo basado en el diálogo, lecturas, y retroalimentación con su editora Eloísa Nava.
Por supuesto, el autor escribe, pero los demás, con sus lecturas, ayudan a construir la obra.
Con la publicación de este libro, siente que ha construido un cuarto propio simbólico
, que espera se convierta en una casa.
jornada